domingo, 6 de febrero de 2011

¡Bajémosle al feminismo!

Publicado el 6 de febrero en vanguardia http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/91584-bajemosle-al-feminismo

No hay duda. Las mujeres le debemos al feminismo estar donde estamos: igualdad de oportunidades, independencia económica, reconocimiento profesional
y respeto intelectual. Pero a veces pienso que tanta lucha por ser reconocidas en el mismo nivel de los hombres terminó por anular el valor de lo femenino. Si usted es una profesional exitosa y se atreve a decir que quiere ser madre, por ejemplo, o que le gustaría cuidar de su familia, las cabezas a su lado girarán,
las palabras se silenciarán, el sorbo de café se atascará y vendrá un: ¡pero si usted tiene todo un futuro por delante!
¿En qué momento ser mamá, esposa o ama de casa se convirtió en el significado de mujer frustrada? Creo que al feminismo le faltó incluir en su discurso que, además de ser respetadas como personas con las mismas capacidades de los hombres, debemos serlo, precisamente, por lo que nos hace mujeres: la capacidad de engendrar, la capacidad de cuidar, la capacidad de construir una familia.
¿El resultado? Una lucha constante por equilibrar a la mujer, a la profesional y a la mamá y no morir en el intento. Pasar la noche en blanco tratando de dormir al pequeño tirano que llora desde las 2 a.m., y hacerlo sola, si se decidió que no se necesita un hombre para tener una familia, o sencillamente el irresponsable huyó. Levantarse como zombi, ajustar el informe para presentar a la junta, manejar peor que taxista bogotano para llegar a tiempo, maquillarse
en el carro, atender reuniones perfectamente peinada, trabajar sin parar, tratar de salir lo más temprano posible a recibir los hijos, revisar las tareas y estar lista para empezar de nuevo.
Y si la junta va hasta tarde, buscar entre los abuelos, los tíos y los vecinos quién pueda hacerse cargo de los niños. La mujer asumió todas las responsabilidades del hombre, pero no le delegó ninguna. Nadie aplaude la proeza de una profesionalmamá- esposa. Nadie llama a felicitar por lo bien que se lleva un hogar. Es en esos momentos, cuando siento que odio el feminismo, que odio no poder quedarme en casa junto a mi hijo, no poder despedir a un esposo en la puerta, no poder reconocer abiertamente que, a veces, me siento más realizada arrullando a mi bebé que hablando con un ministro. Es hora de reivindicar el papel de las mujeres que se decidieron a ser mamás y a construir familia.
Abogada y Periodista. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar

1 comentario:

  1. Uno entiende que la nota sea más bien informal. No obstante, usted imprime demasiados elementos de su subjetividad en ella. Me refiero a su ámbito personal y familiar. El afeminamiento espiritual (cultural) de las sociedades occidentales ya era advertido por Nietzsche en el siglo XIX y hoy cobra más vigencia que nunca. ¿Qué no ha visto a hombres de 1.80 paseando cochecitos con el rostro más enajenado que las mujeres que los acompañan?

    Obviamente, cosas como maquillarse mientras conduce, es una de esas vainas que no le debería merecer aplausos sino cárcel. Todo depende de la óptica y podría apostar cuál es la óptica más acertada.

    En una nota más seria, hay una lectura histórica bastante relevante que demuestra cómo la esclavitud fue abolida por flaquezas económicas del sistema. No porque las sociedades esclavistas mejoraran moralmente en algún sentido. El mismísimo Abraham Lincoln fue esclavista y racista al mismo tiempo, por ejemplo.
    “If I could save the Union without freeing any slave I would do it [...]”

    En ese sentido, su derecho de voto y a laborar en esferas antes consideradas masculinas, se lo debe a la irracionalidad financiera de la economía de mercado imperante. Son sus derechos reproductivos, de asociación y demás los que le vienen de la mano del feminismo. No lo desprecie. Déjeme eso a mí que, por lo menos, nací hombre.

    En años venideros necesitaremos los recursos de dos tierras para sostener la población mundial en medio de la irracionalidad comunal. Los niños están en sobre-oferta y eso los convierte en objeto social de poco valor...

    ResponderEliminar